Un país, una realidad, una reflexión, una idea, un muro en el paisaje, un artista, una resistencia armada de pinturas e identidad que vive la adrenalina de hacer arte en Colombia.
@Serafiniano
Lo de este artista de Tunja (Boyacá) es una avanzada contracorriente llena de duelos en el camino, pero sobre todo de ganas de poner a gritar los muros. “Mi seudónimo es el nombre que me pusieron mis padres”, dice con orgullo Hofman Alejandro Pinzón García, un artista que asumió desde hace seis años la osadía de vivir del arte.
Hofman y su hija posando frente a un mural en Tunja (Boyacá – Colombia)
Entre pinturas, rodillos, aerosoles, street art (arte callejero), diseño gráfico, tatuajes vive su vida e inyecta de esperanza y bienestar la de su pequeña hija, a la que se puede ver sonriente posando frente a las amplias obras de arte que a pulso crea su padre.
Para Hofman, a diferencia del arte en los museos, las ideas de país que se plasman en los muros al aire libre tienen la capacidad de impactar en el imaginario colectivo y popular de las personas. “El arte debe empezar por nutrirnos a nosotros, los que estamos en la escala de abajo, a quienes muchas veces nos hace falta la comida y no tenemos acceso a una universidad”. Un arte que “merece respeto y bonificación como cualquier otra profesión”, reclama el artista.
Pintura contestataria
Buena parte de los últimos siete años de la vida de Hofman perfectamente podrían dividirse en jornadas de 15 o 18 horas (por más de 5 días), trayectos de viaje para llegar al muro, momentos de “invención” del almuerzo, compartir en ollas comunitarias y amplias temporadas esperando pagos que finalmente no llegaron, como si lo hizo la satisfacción de aportar mensajes conscientes a través del muralismo.
El artista Hofman junto a un grupo de colegas terminan una obra
Los derechos de los niños, la reinterpretación de la cultura ancestral del país (la de los muiscas por ejemplo), la guerra, la brutalidad policial son algunas de las temáticas que lo mueven. “Las jornadas de muralismo por lo general empiezan con la reflexión acerca del tema que se va a pintar y el mensaje que se quiere comunicar. Una vez centro toda mi idea, contemplo los fondos, realizó una especie de collage de imágenes -lo que se me viene a la cabeza- y luego las ejecuto en la pintura”, explica con naturalidad Hofman.
Hacer realidad una idea de pintura es posible con auto gestión y regularmente con apoyo económico de la empresa privada – cuenta el joven-, ya que no son proyectos de intervención artística que profesen una ideología oficial a favor de entes gubernamentales, sencillamente porque son creaciones contestarías que reflejan inconformidad, deseos de no callar; sentimientos que -según el artista- la misma comunidad espera que se proyecten y reciben con agrado. “Somos artistas revolucionarios, contestatarios, vamos en contra”, manifiesta.
El riesgo de pintar
Un miembro del ESMAD disparando su arma contra un grupo de manifestantes indignados que gritan en silencio por entre las líneas de la palabra “Resiste”, es la escena del último mural sin permiso que realizó Hofman junto a dos colegas de la corporación Tejiendo Raíces en una avenida de su natal Tunja.
Mural ´Boyacá Resiste´elaborado y posteriormente borrado en Tunja
Lo que parecía otra jornada de muralismo en la vida del artista, le significó detención y un comparendo Tipo 2 (que consta de una sanción pecuniaria de $234.080) enmarcado en la Ley 1801, artículo 140 numeral 9 que prohíbe fijar o dibujar grafitis, leyendas en paredes o en sitios de espacio público sin contar con un permiso de la administración municipal.
La dispuesta del espacio público entre el arte y la normatividad ha sido permanente a nivel mundial. En 2018, con motivo de la denominación de Bogotá como “La meca de artistas callejeros” realizada por el diario inglés The Guardian, y la ubicación en el séptimo lugar de la Capital entre las mejores 99 ciudades para hacer grafiti en el mundo, según Bombing Scene (blog especializado en street art), la revista Diners diálogo con el artista Stinkfish quien planteo la tesis central del debate: “nos quieren hacer creer que es bueno hacerlo solo en ciertos espacios, que mientras se haga ahí, está bien, cuando es todo lo contrario”.
A simple vista ´Boyacá Resiste´ (como se llamó el mural) no era más que “una pintura callejera sin ningún contenido violento que representa un agente del ESMAD muy bien pintado”, recuerda Hofman, pero implícitamente tenía la capacidad de motivar una innegable y necesaria reflexión sobre un conflicto social permanente: el abuso de la policía contra la población ; realidad de Colombia -que según el tunjano- a la institucionalidad no le gusta que la gente comprenda.
A raíz del hecho, el artista actualmente tiene un proceso en curso, en el que la justicia lo quiere responsabilizar por varios grafitis en los que presuntamente generó daños a propiedad privada y daño en bien ajeno. “Los policías no me pueden ver en la calle con un rodillo, es mejor cuidarme, ya hace bastantes meses dejé los aerosoles y no volví a rayar porque realmente sería una estupidez tanto con mi vida, mi familia, mi trabajo y las cosas que estoy llevando a cabo dejarme meter preso, ahora me voy a dedicar al muralismo consciente, más con permiso y tratar de viajar por el mundo, haciendo un arte muy bacano y representando a Boyacá que es mi tierra cuna de buenos artistas”, advierte Hofman.
Forjar sueños
Expresar a través del arte las necesidades más sentidas de las comunidades es la filosofía común de Hofman y la corporación Tejiendo Raíces. “Antes pintaba solo, ahora somos cinco chicos que nos dedicamos a trabajar por el tema social, los recursos nos los dan a veces entidades privadas, pasamos cartas, peticiones, también nos movemos por una que otra donación de pintura y comida. Estamos muy organizados, tenemos cursos de altura, certificado de andamios, líneas de vida, equipos, andamos full con el muralismo serio, consciente, arte callejero profesional”, precisa.
El artista en jornada de trabajo artístico
Actualmente, y pese a los inconvenientes y esfuerzos del día a día, trabaja junto al equipo de la corporación en la escuela artística para niños en Paipa (Boyacá); “siempre hay un conducto regular y es el dinero, ese presupuesto toca gestionarlo con cartas, ayudas, regalos, siempre es hostigante y demorado pero ahí vamos metiéndole la ficha a la escuela”, cuenta el artista.
A la fecha, Provivienda, organización del gremio de la construcción, les donó un salón comunal donde la corporación a través de la experiencia de artistas como Hofman espera iniciar jornadas de enseñanza-aprendizaje de pintura, danza, teatro y cocina.
Mural por la niñez – corporación Tejiendo raíces Tunja (Boyacá)
Pase lo que pase, en la mente de Hofman Alejandro Pinzón García, junto a su hija, estará siempre el deseo de plasmar inconformidades en los muros, es consciente que al final toda causa tiene su efecto, cada acción genera una reacción, y precisamente eso pretende con el arte callejero: motivar reacciones, consciencia, de lo contrario no tiene sentido y no vendrán los cambios.
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