A 35 años de su muerte, es el mismo Julio Florencio Cortázar el que sigue relatando apartes de su vida a través de una carta enviada desde París en 1963:

“Nací en Bruselas en agosto de 1914. Signo astrológico, Virgo; por consiguiente, asténico, tendencias intelectuales, mi planeta es Mercurio y mi color el gris (aunque en realidad me gusta el verde). Mi nacimiento fue un producto del turismo y la diplomacia; a mi padre lo incorporaron a una misión comercial cerca de la legación argentina en Bélgica, y como acababa de casarse se llevo a mi madre a Bruselas. Me tocó, nacer en los días de la ocupación de Bruselas por los alemanes, a comienzos de la primera guerra mundial. Tenía casi cuatro años cuando mi familia pudo volver a la Argentina; hablaba sobre todo francés, y de el me quedo la manera de pronunciar la «r», que nunca pude quitarme. Crecí en Banfield, pueblo suburbano de Buenos Aires, en una casa con un gran jardín lleno de gatos, perros, tortugas y cotorras: el paraíso. Pero en ese paraíso yo era Adán, en el sentido de que no guardo un recuerdo feliz de mi infancia; demasiadas servidumbres, una sensibilidad excesiva, una tristeza frecuente, asma, brazos rotos, primeros amores desesperados.”

También lo hizo en su momento el escritor Gabriel García Márquez, en ocasión de la muerte del autor de ´Rayuela´ en 1984. En sus palabras, llenas de elogios, manifestó que Cortázar era de los pocos escritores que inspiraba todos los sentimientos, sobre todo la devoción. Además, lo describió, como “el hombre más alto que se podía imaginar, tenía los ojos muy separados, Como los de un novillo, y tan oblicuos y diáfanos que habrían podido ser los del diablo sino hubiera estado sometido al dominio del Corazón”.

La extensión de su obra hace que algunos textos sean poco conocidos. Al cumplirse 35 años de su muerte este hilo de twitter rescata apartes de sus textos.