“El llover es tan común y sagrado como el nacer y el morir”, escribió en ´De profundis´el maestro Antonio Iriarte Cadena, con la certeza de que la muerte estaba cerca.

Por: Serafin Marquin Gaviria

          @serafiniano

 

Hace unos años en un alargado salón ubicado en el bloque principal de la Universida Surcolombiana se dio apertura a la Cátedra Antonio Iriarte Cadena. Al cruzar la puerta –adjunta al Auditorio Olga Tonny Vidales- un cuadro guardaba la estampa de un hombre de nariz aguileña, bigote y lentes. Su perfil era idéntico al de otro sujeto que se encontraba sentado al fondo del recinto, después de una serie de hileras de sillas dispuestas para las personas que empezaban a reunirse para escuchar la charla.

 

Fotografía representativa de los gemelos Antonio Iriarte Cadena – Agosto de 2015

 

Aquel hombre de carne y hueso no era el maestro Iriarte Cadena, se trataba de Pompilio Iriarte Cadena, su gemelo idéntico. Pero él estaba ahí. Su legado rondaba implícito en los recuerdos de familiares, estudiantes y amigos que acudían al homenaje en la Universidad. Uno de estos atesoradores de su vida y obra, es el también maestro Carlos Bolívar Bonilla Vaquero. Esa tarde dejó clara su admiración por el humanismo integral y la manera como el también guitarrista afrontó su despedida.

Para entender la cercanía del maestro Bonilla Vaquero con el emblemático Antonio Iriarte Cadena, hay que volver a 1978, imaginar los tonos de la Universidad Pedagógica Nacional en Bogotá y matricular la catedra que impartía el poeta Pompilio Iriarte Cadena sobre “Técnicas de Comunicación”.

A este espacio académico llegó “con mucha pereza” el profesor Bonilla Vaquero en sus tiempos de estudiante de Educación Física. Para entonces se consideraba un joven “afiebrado por las cosas prácticas y deportivas”. Pero el estar inmerso en la atmosfera dinámica del profesor Pompilio lo puso a pensar en sus maneras de hablar y escribir. “Él empezó en cada clase a hacerme ver errores en la escritura y oratoria, entonces me interesé mucho y estuve atento a su desarrollo”, comenta. Entonces, en el transcurso del semestre, se generaría una muy buena relación profesor- estudiante, pero el periodo concluyó y no volvió a saber de él.

Pasaron algunos años, el maestro Carlos Bolívar Bonilla Vaquero continuó sus reflexiones personales y se vinculó como docente del programa de Educación Física en la Universidad Surcolombiana. Era el año 1979. “De pronto – recuerda Bolívar- iba por un pasillo y vi al profesor Pompilio Iriarte Cadena y me dirigí gustoso a saludarlo. Hola profesor Pompilio, no entiendo qué hace usted en Neiva, mucha sorpresa para mí, le dije. Inmediatamente me respondió en seco, yo no soy Pompilio. Yo me frené, me sentí incómodo y le pedí disculpas; le explique que era parecido a un profesor que tuve en Bogotá. Entonces ya riéndose me dijo, no se alarme que yo soy Antonio Iriarte Cadena, hermano gemelo de Pompilio”.

En ese momento Bolívar Vaquero conoció, no solo la condición de hermanos gemelos de los Iriarte Cadena, sino la simpatía que los caracterizaba. Ese día empezó una amistad con el maestro Antonio Iriarte Cadena que duró hasta la muerte. En medio de libros, reflexiones sobre la USCO y charlas en torno a problemas personales y familiares, el profesor Bonilla conoció las bases del humanista integral.

 

La pedagogía 

Idear el maestro integral de Antonio Iriarte Cadena, es para Carlos Bolívar, recordarlo inmerso en “el arte de maravillar”; comprometido con la posibilidad de cautivar, motivar, deslumbrar y atraer a estudiantes hacía el conocimiento desde la cotidianidad; dominando profundamente las matemáticas, el sentido del humor y estableciendo confianza (incluso una complicidad) con los jóvenes para guiarlos en su proceso formativo.

 

La filosofía 

Desde su interés por el estudio de la condición humana, el maestro Antonio se rodeó de interrogantes: ¿qué es lo humano? ¿Qué caracteriza lo humano? ¿De dónde venimos y para dónde vamos? ¿Qué es una buena humanidad? ¿Qué no es deseable en el cultivo de desarrollo de lo humano?

“Entre el humanismo cristiano que espera todo en el más allá y el humanismo marxista que concibe la felicidad del ser humano en una redistribución de lo económico, el profesor Antonio se asumió en un humanismo renacentista – ilustrado. Consideraba que la paradoja y la complejidad de la existencia no se puede explicar desde un único sentido de la vida que todos debemos seguir, sino desde una variedad de sentidos que deben construirse; una amalgama de elementos, históricos, biográficos, genéticos, políticos, en donde hasta el azar juega un importante papel”, explica el profesor Bonilla Vaquero.

Unas maneras más misteriosas y complejas de entender conocidas como saberes ancestrales, conocimientos precolombinos, amerindios, chamanicos o ´Epistemologías del sur´( Boaventura de Sousa Santos), que para el maestro Iriarte Cadena no pertenecían solo a América Latina, ni al sur geográfico, sino que se encuentan en el norte de América donde los indígenas también fueron exterminados y se conservan saberes ancestrales. “El sur como expresión metafórica para referirse a conocimientos y prácticas que la razón occidental satanizó, macartizó, avasalló, pero que aún pueden quedar vivos en nuestros campesinos”, explica Carlos Bolívar.

Un aporte igualmente significativo, lo realizó Iriarte Cadena en De profundis durante la convalecencia. Allí afrontó con dignidad la muerte y la significó como “un cambio de energía, el regreso al no lugar sin tiempo de donde alguna vez salió”, como lo expresa Bonilla Vaquero. De allí su postura positiva y su llamado a alejar la tristeza de su partida. “El acto de morir, si bien, como la lluvia, es un evento común: muerte y lluvia ostentan la impronta sagrada presente en la totalidad del universo, no deben ser percibidos como eventos banales”, explica el profesor.

 

La música 

La pasión del maestro por la guitarra clásica, que no lo apartó de la degustación de muchas otras músicas, hizo parte de su vocación por el humanismo integral. El arte y sus expresiones como “una vía que nos hace sensibles, nos humaniza. La estética como sensibilidad de poder maravillarnos, asombrarnos, compadecernos, sufrir, gozar, con manifestaciones simbólicas, creativas, icónicas, que deforman el sentido de lo abstracto”, considera Carlos Bolívar.

Su planteamiento central era que las persona y el docente humanista, debía “cultivar las artes”, como lo escribió en su trabajo titulado El humanista integral”. Allí reitera que el docente debería estar formado en ciencia, artes, literatura, poesía.

 

La literatura 

Este aspecto de la vida del desaparecido Iriarte Cadena, a su vez una de las cuatro líneas de la Catedra en la USCO, tiene especial relación con su vocación hacia el Quijote. Su juicioso y profundo estudio de la emblemática obra del castellano, fue más allá de la lectura superficial que regularmente se realiza y se vende: una caricatura de los caballeros de la época -según el profesor Bonilla Vaquero-, descubrió que se trata de un fiel reflejo de la España en crisis que transitaba de la Edad Media a una modernidad tardía e inconclusa.

La novela de Cervantes se convirtió para el Maestro Iriarte Cadena, en una de las primeras obras que mostraba la condición paradójica o ambivalente de lo humano. “Le enseñó a ver lo ilusorio de la realidad y la realidad de la ilusión; cómo en la vida las cosas no están ni tan claras, ni tan seguras”, en palabras de su amigo Bolívar Vaquero.

En memoria de Antonio Iriarte Cadena, un arquitecto de la palabra, un novelista comprometido con el conocimiento y su enseñanza. Un vigente humanista integral.

 

 

Imagen principal: pintura de Angel Marcel para De Profundis.

Tomadas de Cátedra Iriarte