Por: Serafin Marquin
@Serafiniano
Nos sumergimos en los ingredientes culturales antisistema del Chamber en tiempos donde escasea el alcohol antiséptico y los parches para mojar la palabra.
Se los puede ver girar al son de una guitarra rápida y una batería sucia en un recinto sombrío en la cabecera de una ciudad destellante y estruendosa. Un trago, una sonrisa, los labios mojados pero secos, una carcajada, una palmada en la espalda, un abrazo, un parche marginado.
Bien podría ser una escena de la Medellín de los 80, pero no es más que una nota mental de la movida rockera que hace unas décadas arraigó, entre otras prácticas, el consumo de chamber o cocol para reclamar subjetividad política.
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Carlos Alberto David Bravo. Fotografía: Juan Fernando Ospina
“La fabricación del Chamber es una forma de ritual, que conlleva una estetización y poetización del consumo del alcohol”, nos contó vía red social Carlos Alberto David Bravo, baterista de la agrupación de punk ´Desadaptadoz´ y autor del libro ´Mala Hierba el surgimiento del punk en el barrio Castilla de Medellín´.
Como el garrafón era indispensable para la preparación de esta bebida, comúnmente se veía a los punkeros por las calles, parches, conciertos, cargando estos recipientes llenos de alcohol antiséptico, recordó ´Caliche´, como es conocido el hombre que también escribió el prólogo del ´Manifiesto punk tercermundista´.
Seguidamente, dos recetas se le vienen a la mente: “El cocol era básicamente alcohol sin perfumar, con Cocacola y limón, el sabor quedaba parecido al ron con Cocacola. En cuanto al Chamberlain (nombre en francés), era malta con lecherita, alcohol y un huevo, simulando un coctel de piña colada”.
Panorámica de Medellín, de espaldas baterista ´Desadaptadoz´. Fotografía: Julieth Arias
“El punto está en el costo de los ingredientes, frente al costo de otras bebidas embriagantes”, se anima a decirnos en un chat adjunto ´Gonorreita Detaliado´, un catador de buen Chamber, y quien considera que la preparación es un ritual, un símbolo para llegar a mojar la palabra y compartir -antes nos preguntó si tendríamos líos en poner su seudónimo, le respondimos que en estos tiempos es más ofensivo robarse los recursos destinados a combatir la pandemia del covid-19-.
Cuando ´Gonorreita Detaliado´ nos dijo que lo clave era usar las proporciones adecuadas e hidratarse bien porque el guayabo es verraco -“uno amanece oliendo a droguería”- y puede generar consecuencias en la salud, pensamos en lo responsable que de alguna manera es el man, el cuidado que se debe tener con el consumo de esta bebida y lo criminal que fue Trump al recomendar el consumo de cloro en medio de una crisis sanitaria, donde los que están llevando la peor parte son migrantes latinos. Lo cierto, según ´Caliche´, es que un punkero no bebería alcohol antiséptico puro, mucho menos para curar el covid-19, y a nadie se le pensaría por la cabeza recrearse con hipoclorito (el mismo cloro).
Debemos resaltar que el consumo frecuente de chamber, y su mala elaboración, acarrea consecuencias mortales y degenerativas en el organismo.
Según el médico de urgencias Arnold Salcedo, las intoxicaciones por etanol, que es el alcohol etílico comercial, antiséptico, varían de acuerdo a los volúmenes ingeridos. Suelen ser intoxicaciones agudas. En cuanto a las afectaciones por ingerir cloro, “al ser una sustancia de naturaleza caustica produce corrosión al entrar en contacto con una superficie; la intoxicación crónica refleja quemaduras muy graves que pueden llegar a perforar el esófago y la traquea, que comparten el trayecto al estómago. Finalmente las complicaciones respiratorias y secuela pulmonares severas pueden provocar la muerte”, afirmó el profesional de la salud egresado de la Universidad Surcolombiano.
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Aún así, frente al consumo de bebidas embriagantes como práctica social permitida históricamente –presente en vivencias comunitarias, películas y músicas populares- y la tendencia actual de ingerir alcohol antiséptico y cloro para combatir erróneamente el covid-19, la degustación consentida del Chamber -con todos sus riesgos- no queda despojada de su poder subversivo y sentido de pertenencia dado culturalmente; hace parte de las muchas prácticas de empoderamiento empleadas por los punk, como la música, la estética, las economías alternativas.
“Beber Chamber públicamente se convierte en una práctica de oposición al discurso oficial. Su valor simbólico es el consumo en contra de la gente “normal” o “común”, una forma de terapia psicológica en medio del caos social,”, nos hizo saber el escritor que se conoce el parche, el artífice, según el periodista Juan Sebastián Barriga, de los “registros históricos más completos que se han publicado sobre la historia de los orígenes del rock extremo en el país (…) más allá de ser un simple anecdotario o una visión externa que busca explicar académicamente el punk de medallo”.