Entre cafetales y árboles frutales del municipio de Pitalito Huila, principal productor de café en cantidad y calidad del país, creció Ana María Trujillo Rojas mientras se deleitaba con cerezas del grano de camino a su escuela, hoy es una joven que perfila las mejores tazas de café colombiano.

Por: Lucía Sánchez

        @LuciaJournalist

 

“Hay situaciones privilegiadas en este mundo, una de ellas es vivir rodeados de café”

 

Así recuerda Ana María Trujillo Rojas sus primeros años de experiencia con el café

 

Las vivencias durante la infancia de Ana María Trujillo Rojas, hoy una joven de 22 años, en el municipio de Pitalito (Huila), motivaron su pasión por desarrollar habilidades sensoriales para perfilar correctamente diferentes tazas de café y, hoy, a su corta edad, distinguirse como conocedora innata del aroma y sabor del producto insigne de Colombia.

De cuna cafetera, la joven creció en la finca familiar llamada La Perdiz, ubicada en el corregimiento de Bruselas zona rural del pujante emporio cafetero y agrícola de la Región Surcolombiana, como también se le conoce a este municipio. A 1.580 metros sobre el nivel del mar y con una temperatura promedio de entre 23 y 24 grados centígrados, la propiedad tiene sembradas nueve hectáreas de café de las variedades Colombia, Típica, principalmente Caturra y un poco de Castillo.

Pitalito es el municipio del Huila dueño de una caficultura de gran tamaño, a tal punto que se afianzó como el primer municipio productor del bebestible en Colombia. Algunos ya le dicen el nuevo “Eje Cafetero” porque no solo es abundante su grano sino inmensa su calidad. Muestra de ello es que 52 de sus fincas tienen reconocimiento especial en su producción según Alliance for Coffee Excellence.

En estas tierras cafeteras donde la identidad campesina ha puesto su sello en la idiosincrasia, entre cafetales, árboles de aguacates, naranjas, y plantas de plátano y de yuca, Ana María creció en compañía de sus padres Humberto Trujillo, Rosalba Rojas y tres hermanos mayores.

Padre de Ana María Trujillo Rojas

 

“Vivir en el campo era toda una locura, con mis amiguitos camino a la escuela nos metíamos a los cafetales a comer nuestros dulces favoritos, nos trepábamos a los árboles de naranjas, subíamos a árboles de guamas y también nos deleitábamos con la miel de las cerezas de café”, evoca la joven.

En la escuela rural Palmar de Criollo Ana María realizó sus estudios de primaria mientras jugaba con las pesas del café como si fueran gulumpíos. “Cuando se iban los recolectores a veces me le ´pegaba´ a mi papá, él me decía mira así es como se debe recolectar, me enseñaba cómo hacerlo, las maduraciones, y vivía muy pendiente. Cuando se iban a mezclar los cafés entonces me explicaba el tipo de secado, ya pasado todo el proceso me enseñaba cómo revolverlo, ese era el día a día mío”.

La huilense recuerda que en muchas ocasiones mientras recolectaba las pepas llovía y llegaba ‘llena’ de barro a la casa. Una situación que a diario afrontan en el campo los que se dedican a este oficio, en promedio unos 60.000 recolectores a nivel de Colombia, según la Federación Nacional de Cafeteros (FNC).

Así, en medio del paisaje cafetero y árboles frutales, transcurrió la infancia de la pequeña que terminaría convirtiéndose en una experta perfiladora de aromas y sabores de café. Cultivo que representa el 8,8% del Producto Interno Bruto departamental según el Comité de Cafeteros del Huila.

 

Primer paso a la catación

Cuando Ana María terminó la secundaria en la escuela rural Palmar de Criollo en Pitalito se enfrentó a la realidad de miles de jóvenes colombianos, no contar con los recursos necesarios para ir a una universidad, y es que según el Dane solo un 32 % de los hombres y un 36 % de las mujeres entre 18 y 24 años en zonas rurales ha terminado el bachillerato (o están cursando la educación superior).

Catadora en Escuela Nacional de Café Pitalito 

 

Fue entonces cuando la joven decidió ingresar a la Escuela Nacional de Café, ubicada en el Centro de Gestión y Desarrollo Sostenible Surcolombiano, Tecnoparque Yamboró – SENA, centro de estudios donde jóvenes del sur colombiano incursionan en la investigación, la innovación y la enseñanza, en aspectos de calidad, originalidad y presentación del producto agrícola ya referenciado. “Entré a estudiar producción de cafés, después abrieron la Escuela Nacional de la Calidad del Café Regional Huila, y me motivé a realizar cursos complementarios en catación, barismo, tostión, análisis físicos y sensoriales del café. y ahí fue donde me enamoré más de todo este tema investigativo del grano”, narra la catadora.

Un día, mientras Ana María continuaba ‘sumergida’ en el auténtico ejercicio sensorial que implica el proceso de aprendizaje en el Sena, acompañó a su padre Humberto Trujillo a vender café a José Oliver Galinde Cerón, propietario de una compraventa de café ligada a Cadefihuila. En ese momento, como una catadora innata percibió el olor a granos tostados y fue atraída hasta un pequeño laboratorio donde tenía lugar el proceso de catación. El hombre notó su interés y le ofreció trabajo.

Desde aquel momento, aún sin notarlo, la joven se estaba ´casando´ con el café, pues de lunes a viernes en el Sena descubría más y más de las riquezas del grano, mientras trabajando sábado y domingo en el laboratorio afianzaba sus conocimientos. Su entrega durante los 7 días de la semana era total para aprender sobre cafés especiales y catación. Luego de dos años de estudios en la Escuela Nacional de Café, Ana María se graduó como Técnico en Producción de cafés.

 

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Concursos, una vitrina  

Los concursos regionales y nacionales de catación suelen ser grandes plataformas para los jóvenes talentos. Estas competencias premian el conocimiento y la habilidad de quienes, con el sentido del gusto y el olfato, descubren la riqueza y diversidad de sabores y aromas que el café puede ofrecer.

Catadora laboyana con Felipe Arcila en Expo Eje 2017

 

“Cuando escuché que se hacían concursos nacionales de catación quise hacer hasta lo imposible por asistir, así fuera a ver. Preguntaba a instructores y compañeros sobre cómo postularme y concursar. No tenía gran idea de cómo funcionaba el tema, pero en el laboratorio en el cual trabajaba me quedaba más de las horas de trabajo entrenando y preguntando al catador líder para saber cómo eran las pruebas y qué se necesitaba para poder llegar a un campeonato nacional”, cuenta.

Poniendo a prueba los sentidos del gusto y el olfato, mostrando sus habilidades y la velocidad de distinguir las diferencias existentes entre cafés de las regiones colombianas, el reto de Ana María fue llegar al sexto Campeonato Nacional de Catadores en el marco de ExpoEspeciales 2016, desarrollado del 5 al 8 de octubre en Corferias Bogotá.

La pasión de la joven por mostrar a nivel nacional sus aptitudes y capacidades sensoriales en catación, la llevaron a cultivar cilantro y habichuela en algunos terrenos de su padre -no muy extensos- para vender en las casas, conseguir el dinero e ir al concurso. Finalmente, sus padres le ayudaron con una parte de presupuesto, así como también lo hizo el cafetero para el cual trabajaba.

“En 2016 fue la primera vez que participé en una feria de cafés y logré pasar a la semifinal. Ahí nadie me conocía, fui a participar solo con mi esfuerzo y el de mi familia. En ese evento empecé a conocer muchas personas que estaban inmersas en el gremio, especialmente a NewErley Gutiérrez uno de los mejores catadores en Colombia, quien debido a mis habilidades demostradas en ese campeonato me recomendó para trabajar en la empresa en la que laboro actualmente, él es como mi padrino de café”, recuerda Trujillo Rojas.

 

Un adiós a los cafetales de su niñez

Tras su gran desempeño en la competencia de catación en Bogotá, el 8 de noviembre de 2016 la joven empezó a trabajar en Cofinet, una empresa australiana con sede en Armenia que importa cafés especiales colombianos a ese país. Su labor consiste en coordinar los procesos de beneficio de la empresa y realizar el control de la calidad del café. “La vida nos pone donde quiere y no donde queremos estar. En el Huila no hallé lo que en el Eje cafetero sí encontré, sin embargo, no descarto que buenas oportunidades se puedan presentar en mi departamento”, dice.

Empresa Cofinet Armenia Quindío 

 

Desenvolverse entre un ´mundo de cafés´ avivó más el espíritu de Ana María por participar en campeonatos de catación, fue así como en junio de 2017 concursó en el Campeonato Regional de Catadores Expo Eje Café en Armenia, su desempeño la llevó a ocupar el tercer lugar. “Ese puesto hizo que yo quisiera estar más allá, entrenar más, estar juiciosa en las actividades. De ahí nos fuimos para el Campeonato Nacional de Catación ese mismo año”, narra la joven laboyana.

 

Subcampeona nacional

Tras haber participado en las anteriores competencias, llegó hasta el séptimo Campeonato Colombiano de Catadores en el marco de Cafés de Colombia Expo 2017 realizado en Bogotá durante octubre, donde alcanzó su máximo triunfo. Fue subcampeona siendo la única mujer entre los cuatro finalistas, y representando la empresa Cofinet de Armenia. En esta versión del concurso se inscribieron 88 catadores de diferentes regiones del país. Esta nueva hazaña la ubicó como una de los mejores catadores de Colombia.

 

“Me motiva la aceptación que tienen nuestros cafés en el exterior”

 

 

Ana María logra subcampeonato en Cafés de Colombia Expo 2017

 

Tras un recorrido sensorial donde día a día ha podido ´pulir´ sus habilidades gustativas, Ana María tiene clara cuál es su motivación para seguir aprendiendo del ´mundo del café´.  “Me motiva la aceptación que tienen nuestros cafés en el exterior, además, es realmente satisfactorio darme cuenta que todo mi esfuerzo, trasnochadas y madrugadas están produciendo buenos frutos. Hay situaciones privilegiadas en la vida, una de ellas es vivir rodeados de café ya que es algo que enamora y llena de pasión”.

 

“No hay café malo sino malos procesos”

En momentos en que las tendencias relacionadas con el café están en constante evolución a nivel global, y existe un impulso por entrar en el terreno de los cafés especiales, Ana María cree que existe confusión  dentro del gremio, al pensar que la altura, el origen, las tierras, la variedad, las condiciones climáticas, son las responsables de la calidad sensorial del grano, pero en realidad el problema está en la cultura cafetera del país y algunos de sus procesos. “No han entendido que no hay café malo sino procesos mal aplicados. Hay buen café de sur a norte y de oriente a occidente en nuestro país”, explica la joven.

Padres de Ana María Trujillo en Finca La Perdiz

 

Ana María destaca que la calidad del café huilense se reconoce en una taza balanceada, con notas dulces y levemente florales, de acidez elegante, contextura suave y residuales muy limpios. Es un perfil que podemos encontrar de una calidad estándar de café del Huila.

Aunque suene paradójico, la familia Trujillo Rojas está lejos de la tendencia de cafés especiales. Según la joven catadora es muy difícil cambiar el chip a productores tradicionales guiados por el sistema y lastimosamente su padre es uno de ellos. Sin embargo, está tratando de orientarlo hacía el gremio de la especialidad. “Es triste que un trabajo que desarrollan con esmero nuestros campesinos tenga un sistema tercermundista que le de precio, para nadie es un secreto que el gremio del agro es el que más sufre y el más olvidado de este país”, precisa Ana María

 

Relevo generacional

En los últimos años en Colombia mucho se ha hablado de la importancia del relevo generacional en el agro, y es que hoy el sector productivo ha lanzado voces de alerta por la escasez de mano de obra y la migración de jóvenes a la ciudad. Ante este panorama, la joven catadora cree conveniente tecnificar y profesionalizar el campo, para que estas empresas –como denomina las fincas- continúen contribuyendo a la economía del país.

 

 

“Mis sueños personales seguirán ligados como proyecto de vida al café”

 

 

La proyección de Ana María Trujillo Rojas, es seguir trabajando y aprendiendo de este “maravilloso mundo”, además inició una etapa de validación de sus conocimientos por medio de las certificaciones internacionales de la SCA.

“Ser catador significa todo para mí, me ha ayudado a comprender sensorialmente todos los cambios que ocasiona una leve alteración en cualquier eslabón de la cadena de producción de un café de especialidad. Desde otro punto de vista ser catador es un privilegio que la naturaleza nos regaló, y aunque muchos quieran, no tienen las aptitudes biológicas necesarias”, manifiesta finalmente la joven huilense.

 

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Joven laboyana, catadora innata de café

 

Sobre el café en el Huila

  • Huila es el primer productor de café del país.
  • Tiene una participación del 18.48% sobre la producción nacional.
  • Concluyó el 2018 con 147.429 hectáreas de café cultivadas.
  • En el Huila hay 83.525 cafeteros, en 101.168 predios.
  • En el 2018 se renovaron 15.264 hectáreas de café.
  • El café representa el 8,8% del Producto Interno Bruto departamental
  • El 58,84% del Producto Interno Bruto agropecuario.
  • Genera el 43% de las exportaciones del departamento.