La música de Arvo Pärt cautiva por la sencillez y belleza de sus recursos estéticos. Atrapa el alma del oyente en un mundo de tranquilidad y conexión religiosa. Su obra es tierra fértil para cultivar un estado mental reflexivo.

Por: María Jimena Bello-Martínez

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Arvo Pärt es pionero del minimalismo sacro: un estilo original, una escuela, un sello de la música contemporánea.  Pärt goza de una popularidad que pocos genios alcanzan en vida. Desde hace cuatro décadas Pärt se dedica a crear música impecable, sobria, y con sutiles pinceladas de antigüedad. Y junto a Henryk Górecki y John Tavener forman la divina trinidad minimalista espiritual.

Pärt nació en Paide (Estonia) y estudió con Heino Eller en el Conservatorio de Tallin hasta 1963. Pero en 1980 Pärt tuvo que emigrar a Viena, y posteriormente a Berlín, en condición de exiliado luego de que el régimen soviético lanzara sus tentáculos de censura para asfixiar aquella música moderna que invitaba a la trascendencia espiritual y la serenidad; prácticas poco convenientes en medio de la tensión política del momento.

 

Café con Pärt

La música es una caja fuerte cuyo código de acceso es la misma huella del alma. En 1997 la cantante Björk entrevistó Pärt para la BBC, y allí la diva ingenua le dice al genio místico: “Me gusta mucho su música porque usted le da espacio al oyente. Uno puede ir adentro y vivir allí. En mucha música de los últimos siglos uno solo tiene que sentarse y escuchar”. Pärt añade: “Probablemente es porque yo necesito espacio para mí mismo”. Cuestiones de minimalistas.

Se puede tener una cita con Pärt disfrutando el documental ‘The Lost Paradise’ de  Gunter Atteln (2o15), un filme que se centra en la obra la ‘Pasión de Adán’ donde una antigua fábrica de submarinos en Tallin se convierte en escenario. O también disfrutando un café al son de la lectura de ‘Conversaciones con Arvo Pärt’ de Restagno Enzo.

 

Pärt en el cine

La música de Pärt ha dado color a escenas de casi cincuenta películas como ‘La delgada línea roja’, ‘Las invasiones bárbaras’, ‘Soldados de Salamina’, ‘Fahrenheit 9/11’, ‘Pozos de ambición’, ‘Tierra Prometida, ‘La Morte Rouge’, ‘La Gran Belleza’, ‘Les Amants du Pont-Neuf de Léos Carax’, ‘Avengers: Age of Ultron’, en otras. El compositor es indiferente a este protagonismo en el sétimo arte. Él vive en un mundo místico, hermético y dedicado al sonido.

 

Tres momentos musicales

Arvo Pärt no siempre fue minimalista consagrado. La primera etapa musical creativa estuvo enmarcada por el dodecafonismo y la atonalidad del siglo XX, tintes neo-clásicos, donde las influencias fueron Shostakovich, Prokófiev y Bártok. De estos días es ‘Our Garden for children’s’ para coro y orquesta (1959) y editada en el 2003.

La segunda etapa estuvo dedicada al serialismo y los collages; aquí Pärt visualiza el legado Schoenberg. En el collage aparece la disonancia modernista y de consonancia neo-barroca ordenada tonalmente. Era imposible que Arvo desconociera a J-S Bach. El ‘Credo’ (1968) cierra este ciclo, y luego Pärt se sume en un entresueño durante casi ocho años. Mezcla de crisis personal, espiritual, oscuridad y preparación a la gloria que le esperaba sin titubeos.

Un tercer momento se hace infinito: El minimalismo sacro de 1976 que convirtió a Pärt en un Dios que vive entre nosotros. Mompou y Satie otorgan el pasaporte. Economía de armonías, ritmos y notas. En 1977 llega el soplo de vida a los ‘Fratres’ para instrumentos de cuerda y otros. El sonido tintinnabuli o de campanas se toma sus partituras, un lenguaje tonal austero de profunda belleza espiritual con técnicas minimalistas y contrapuntísticas.  El repertorio es alucinante. ‘Für Alina’, para piano (1976), ‘Cantus in Memory of Benjamin Britten’ (1977), ‘Tabula Rasa’ (1977), ‘Spiegel im Spiegel’ (1978), ‘My Heart’s in The Highlands’ (2012) inspirado en un poema de Robert Burns, entre otras obras.

 

Un amigo eterno

Es muy seguro que si el oyente deja caer su espíritu en las redes místicas de Pärt siempre tendrá compañía. Pärt es historia viva. Conscientes de esta premisa, artistas como Keith Jarrett, Björk, Steve Wilson, Benoit Pioulard, Ed Harcourt, Nick Cave y el combo Radiohead han dejado resquicios en sus partituras para que el Hacedor, que pasea ya sin ataduras por Estonia, haga su trabajo.

 

*Fotografía tomada de Seattle Sings