Al calor de la olla comunitaria se alimenta la indignación popular que no cede en Colombia. Junto al fogón exploramos las ideas que mueven las manos de los que están en la otra primera línea del paro nacional.

Raya el sol en el Puente de La Resistencia -como ha sido renombrado El Tizón en Neiva-, se aviva el fuego y se monta la olla. Otra jornada empieza en el paro nacional. 

Todo es incierto, el manejo bélico que el gobierno Duque ha dado a la protesta genera zozobra y disminuye las expectativas vitales de los que se manifiestan; pero en el fogón todo está claro: es un día de frijolada con pezuña de marrano, arroz y moneditas de plátano verde. Pensando en los manifestantes vegetarianos, los cocineros han decidido adicionar puré de papa. Es lo que determinó la solidaridad de los ciudadanos que donaron los alimentos.

El ritmo en la cocina sube, las manos de hombres y mujeres son ágiles y parecieran danzar con la música que truena a la sombra del puente. La fila se va formando, ya el chocolate con leche estuvo, y con pan es repartido a los que se acercan. Mientras tanto, la frijolada de 2 arrobas de grano va tomando forma junto al arroz. Humean las grandes ollas, avanza la primera línea hacia el punto de bloqueo, vive el paro nacional.

Pronto el almuerzo estará servido en un día más de resistencia civil. Habrá un mañana y la olla nuevamente estará montada, los que se han solidarizado con la cocina consideran que gritar, bailar, luchar, da hambre y, como las ideas, hay que continuar alimentándolas.

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Audiovisual: Ángel Ceron y Felipe Salcedo 
Fotografía: Julián Blasquez 

 

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